Extracto del libro “De Úbeda a Santa Fe” en alusión a la inundación de 2003

AQUELLA MADRUGADA


Estaba casi, casi por dormirme.
Me había acostado última, luego de haber tapado a Luisito que dormía en el dormitorio contiguo. Iba sintiendo como el sueño avanzaba mientras la sensación de cansancio desaparecía. El suave respirar de Pancho, a mi lado, ya dormido, me invitaba a la placidez compartida.
Un murmullo, lejano, quiso irrumpir, pero lo rechacé acomodándome mejor en el lecho. Como si eso bastara para que volviera el silencio.Pero fue inútil; el murmullo aumentó. Eran voces, muchas  voces, ¿De donde venían?
Traté de orientarme en la oscuridad. Ubiqué que venían de la calle que corta mi cuadra y le decimos la cortada, aunque tiene un nombre que nadie recuerda y, en todos los barrios, cuando una calle se cruza en una manzana y hace su propio camino, cortando la lógica de lo que debe ser una calle, se le dice cortada.
Prendí la luz y  miré el reloj; eran las 3 y media de la madrugada. Me levanté y espié por la mirilla del portón del garage. Una multitud estaba en las puertas del Club que ahora tenía las luces prendidas y la gente estaba entrando. Observé que lloviznaba ¡Pero no puede ser que a la madrugada abran el club! - pensé - aquí hay algo raro, será un festejo trasnochado, alguien del barrio se ganó el quini.
A la incongruencia nº 1, de lo que es una cortada, cosa que recién entraba en mi semi-razonamiento de semidormida (porque juro que despierta nunca lo había pensado), debía agregarle, esa noche, otra incongruencia nº 2: Una multitud de gente entrando en el Club Social del barrio a la madrugada ¿Que pasa con mi semi-estado que sigo encontrando incongruencias? ¡ENCONTRÉ otra ¡¿Y, cual encontré ahora? La del Club social, es decir la nº 3.Porque nos hemos acostumbrado a que está en el barrio pero, no es ni un Club Social ni los vecinos del barrio acuden a él.
Tiene el rimbombante nombre UNIÓN PROGRESO Y LIBERTAD. No sé que es, pero tendré que averiguarlo.
El salón lo alquilan para festejos, aunque no todas las veces y hay que reservarlo con mucha anticipación. No aceptan no socios porque dicen que el reglamento no lo permite y la mayoría de los días está cerrado. Dicen que alguien lo donó para un ente de jubilados no para beneficiarlos sino para perjudicar a un heredero dudoso. Sólo una vez, cuando mi Luisito tenía dos años, proyectaron, gratis, películas para chicos. Luego, nunca más, y mi Luisito va por los once. Tienen un cuidador que también vive allí.
Seguí mirando, hasta que entraron todos  y cerraron el portón. A la mañana, me enteré:

SANTA FE SE ESTABA INUNDANDO POR EL NORTE Y POR EL OESTE
La multitud que  creí yendo al club a cerrar una noche de festejo, estuvo integrada por mujeres, niños y hombres que, mojados, ateridos de frío y sólo con lo puesto habían huido del agua que arrasaba los caseríos del oeste y del norte la noche del 29 de abril de 2003. Pero el drama recién empezaba…
Decidí colaborar, con PAMELA, mi compañera de la escuela nocturna, ambas nos enteramos que el drama era peor con los cirujas. Si se puede decir qué será peor en una multitud de gente desamparada sin techo, ropa ni comida.
El cuadro que se nos presentó fue goyesco. Si Goya hubiera conocido a los cirujas, lo hubiera pintado igual: La llama titilante de un fuego de ramas, la mayoría verdes, que estallaban en miles de chispas.
Era la única nota de color. Todo lo demás, oscuro, triste. Mujeres, niños y hombres rodeando el fuego, acurrucados junto a ellos perros y gatos. No muy lejos, los carros, sus aperos y los caballos. El caso es que con ellos la realidad nos chocaba como un golpe bajo porque ver en un pedazo de tierra con determinada altura a un grupo de mujeres, hombres y niños refugiados alrededor del fuego con lo que pudieron salvar, era ver el abandono a su suerte de seres humanos, santafesinos, argentinos.
Habían atado a los caballos cerca de sus carros y la razón del por la que habían rechazado ir al refugio de la escuela o de algún club cercano revelaba el miedo al robo de los elementos que les permitía la precaria subsistencia: el carro y el caballo, que eran sus herramientas de trabajo. 
Así fue que Pamela y yo empezamos a llevarles el desayuno y la merienda. A tal fin cargábamos con tres termos cada una con chocolate, mate cocido o leche sola, según fueran las donaciones de mis vecinos y los vecinos de Pamela.
Cuando llegábamos nos saludaban con aplausos y palabras cariñosas.Yo era la doña o la tía y Pamela era la piba. ¿Alcanzaban los termos? ¡Por supuesto que no! Teníamos que hacer tres y cuatro viajes a pié, mientras mi adorado Pancho atendía a mi adorado Luisito y a Pamela la esperaba su abuela con su cariño y su comida calentita.
__ ¡Ayí vienen! –gritaba el primero que nos veía.
Una vez, en la charla informal me dijeron:
__ Oiga tía, usté es muy buena con nosotro.
Pamela y yo les sonreíamos mientras escuchábamos sus diálogos.
__ Usté no sabe doña lo que pasamo.
__ ¡Ajá! ¿Cómo vamo a ir a vivir a lascuela? ¿y los cabayos?
__ Lo pior fueron los primeros días que nos cayó lagua.¡ No comimo dos día no comimo.
__ Pa colmo la yuvia doña, no estuvimo atendidos no.
__ ¡Avisá ché! ¿Y de cuando nosotros somo atendido? ¡Si son todo iguales son!
__ Si, todos iguales son. Dicen que nos visitan pero es mentira, se entrevistan con los diarios por la interné y despué dicen que nos ayudaron.
__ Si,  cierto é, lotro día un muchacho dijo que vió a uno de los político por la tele y que dijo que estuvo con nosotros y e una grandísima mentira, nadie vino nunca.
Un atardecer nos atrasamos con Pamela y volvíamos en la semi en la oscuridad, cuando nos paró un policía y nos dijo:
__ Aunque vayan a ayudar, tengan cuidado al oscurecer porque tenemos orden de tirar a todo lo que se mueva.
Esa noche, lloré hasta dormirme. Fue una experiencia que jamás olvidaré.
Hoy, cuando voy caminando por alguna calle y escucho un silbido, el trote de un caballo arrastrando un carro y un: ¡Chau tía¡ ¿como le va? Sonrío y contesto el saludo.

Peluquería YOLINDA  Calle Gorostiaga 5441 - Ciudad -



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